Estudiante de Ingeniería y Ciencias Ambientales
Departamento de Ingeniería Hidráulica y Ambiental
Facultad de Ciencias Biológicas
Portada » Entre el Río y el Mar: el rastro visible del cambio climático en la costa chilena
Estudiante de Ingeniería y Ciencias Ambientales
Cuando observamos la costa chilena, es fácil maravillarse con su belleza: playas, acantilados, humedales y mares que cambian de color según la estación. Sin embargo, bajo esta apariencia serena, se esconden dinámicas complejas que conectan el continente con el océano de maneras esenciales para la vida.
Uno de esos fenómenos es el de las plumas de río: grandes lenguas de agua turbia que se extienden mar adentro desde la desembocadura de los ríos. Aunque a menudo se asocian con el transporte de contaminantes, estas plumas cumplen funciones ecológicas clave. Transportan sedimentos, nutrientes y materia orgánica que enriquecen no solo el océano costero, sino también los humedales cercanos, alimentando estos ecosistemas con los elementos necesarios para sostener la vida.
En el centro de esta dinámica podemos encontrar al río Aconcagua, uno de los cursos de agua más importantes de la zona central de Chile. Nacido en la cordillera de los Andes, recorre más de 140 kilómetros antes de desembocar en el océano Pacífico, en la comuna de Concón. En ese punto final, el río no solo entrega sus aguas al mar, sino que da origen a un humedal costero de alto valor ecológico, declarado humedal urbano en 2022. Este lugar, donde confluyen aguas dulces y saladas, constituye un ecosistema único que alberga una rica biodiversidad y funciona como una barrera natural frente a desastres como marejadas o inundaciones.
Conscientes de la creciente amenaza del cambio climático en los ecosistemas costeros, la estudiante de Ingeniería y Ciencias Ambientales Salomé Palacios, bajo la línea de investigación de la profesora Megan Williams del Departamento de Ingeniería Hidráulica y Ambiental y de la Facultad de Ciencias Biológicas, se unió a un proyecto para investigar cómo han cambiado las plumas del río Aconcagua en los últimos años. Factores como lluvias intensas, sequías prolongadas y variaciones en los vientos costeros han alterado la frecuencia, dirección y composición de estas plumas, afectando directamente al humedal y su biodiversidad. Para comprender estos cambios y anticipar sus impactos, el equipo recurrió a una herramienta poderosa pero poco explorada en este tipo de estudios: el análisis de imágenes satelitales, una ventana privilegiada para observar la evolución de estos fenómenos a gran escala y con perspectiva temporal.
Plumas vistas desde el espacio
Las imágenes utilizadas en esta investigación fueron captadas entre 2021 y 2024 por los satélites Landsat 8 y 9, operados por la NASA y el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS). Estos satélites entregan datos de observación de la Tierra de acceso libre y gratuito, disponibles tanto para investigadores como para cualquier persona interesada. Gracias a esta apertura, se han convertido en una herramienta clave para el monitoreo ambiental a gran escala.
De un total de 130 imágenes recopiladas, las investigadoras seleccionaron 40 que presentaban condiciones óptimas de visibilidad, es decir sin nubosidad, para analizar con mayor precisión la formación y comportamiento de las plumas en la desembocadura del río Aconcagua.
Utilizando la plataforma Google Earth Engine y técnicas de análisis geoespacial, el equipo de investigación logró identificar y caracterizar estas plumas considerando su tamaño, la dirección en la que se desplazaban y la frecuencia con que aparecían. Para ello, emplearon una banda espectral específica de los satélites conocida como “banda verde” (B3), que detecta la luz reflejada en tonos verdes y resulta especialmente útil para observar vegetación y sedimentos suspendidos en el agua. A esta herramienta sumaron el uso del Índice de Turbidez de Diferencia Normalizada (NDTI), que permite estimar qué tan turbia está el agua. Combinando ambos métodos, fue posible detectar con precisión dónde se forman las plumas, cuán extensas son y cómo cambian a lo largo del tiempo.
Imágenes satelitales de la pluma generada en la desembocadura del río Aconcagua, observada mediante dos enfoques: RGB (izquierda) y NTDi (derecha).
Para comprender mejor por qué se generan y cómo se comportan, las investigadoras complementaron el análisis satelital con datos meteorológicos e hidrológicos locales: caudales del río Aconcagua, niveles de marea, precipitaciones, velocidades y direcciones del viento, y la influencia del fenómeno climático El Niño. Esto les permitió obtener una visión más integral de los factores que influyen en estas dinámicas y su impacto en los ecosistemas costeros.
El Niño intensifica el flujo de sedimento
A partir del análisis satelital y la comparación con datos del clima y del comportamiento del río, fue posible identificar una tendencia significativa en la dinámica de las plumas de río en los últimos años. Por ejemplo, en 2021 se registraron 8 eventos de plumas en la desembocadura del Aconcagua, cifra que disminuyó a 4 en 2022. Sin embargo, en 2023 se observó un cambio abrupto: el número de plumas aumentó a 19, y para octubre de 2024 ya se habían contabilizado 9, lo que sugiere una posible estabilización respecto al año anterior.
Este aumento coincide con la reaparición del fenómeno climático El Niño en 2023, lo que permitió establecer un patrón claro: desde ese año, las plumas no solo se volvieron más frecuentes, sino también más grandes. En algunos casos, llegaron a cubrir superficies superiores a los 100 millones de metros cuadrados. Este comportamiento se asocia a un incremento en las precipitaciones, un mayor caudal del río Aconcagua y cambios en los vientos costeros.
La importancia de la dirección y la turbidez
Otro hallazgo relevante del equipo de investigación fue cómo la trayectoria y extensión de las plumas de río estaban fuertemente influenciadas por las condiciones del viento. Cuando los vientos eran intensos, las plumas tendían a alinearse con su dirección. En cambio, en días con poco viento, eran la corriente de Humboldt y el efecto Coriolis, que en el hemisferio sur desvía el movimiento de las masas de agua hacia la izquierda, los que predominaban en el desplazamiento de las plumas.
Además de las condiciones del viento, las corrientes y la composición del agua, el comportamiento de las plumas también está relacionado con factores como el tiempo y el caudal del río. Además se observó una gran variabilidad en la turbidez del agua dentro de las plumas, es decir, en qué tan clara o turbia se veía. Esta diferencia dependía del tipo de materiales que arrastraba el río: en algunos casos predominaban los sedimentos minerales, producto de lluvias o arrastre de tierra, y en otros, materia orgánica proveniente del propio humedal.
Las plumas que se forman en la desembocadura del río se expanden cada vez más con el paso del tiempo.
A medida que aumenta el caudal del río, también lo hace el tamaño de las plumas observadas. Sin embargo, cuando el caudal supera los 15 m³/s, estas plumas aparecen con menor frecuencia.
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Departamento de Ingeniería Hidráulica y Ambiental
Facultad de Ciencias Biológicas
Las plumas de río no son simples manchas en el mar: son indicadores visibles de los cambios que están ocurriendo en nuestras cuencas, humedales y océanos. Su aumento en frecuencia y tamaño en los últimos años, asociado a fenómenos como El Niño y al cambio climático, alerta sobre impactos profundos en la biodiversidad costera y en el equilibrio de ecosistemas sensibles como el humedal de la desembocadura del Aconcagua. Esta investigación demuestra el valor de combinar tecnología satelital, análisis ambiental y monitoreo continuo para entender y anticipar estos cambios. Proteger los ecosistemas costeros es también proteger a las comunidades humanas que dependen de ellos. Observar las plumas de río es, en el fondo, observar cómo nos relacionamos con el agua, el clima y nuestro territorio.
Plumas de río: una señal del cambio
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